
Cuántas palabras y pensamientos viven en mí, dedicados solamente a Uds., mis alumnos, y a mis apoderados que sin el apoyo, sin el cariño y el respeto que nos brindamos mutuamente no tendríamos éxito en lo que realizamos cada uno de nosotros en diferentes roles, pero con una meta en común, el desarrollo integro de mis alumnos, de vuestros hijos, y la felicidad de vosotros como padres.
Estamos forjando en cada uno de ellos sus sueños, sus esperanzas, por eso, les pido sobre todo a ti mamita y a ti papito que sean siempre vigilantes no solamente de la salud del cuerpo de sus criaturas también preocúpense del espíritu y del carácter.
No olviden que como padres tienen tareas como sus hijos que cumplir y estas son:
Formad las costumbres: Empezad muy pronto a imponer ciertas maneras de hablar y obrar; con ello formaran maneras especiales de sentir y de pensar.
Esfuércense en hacer agradables las acciones, no regateen el esfuerzo, pero es preciso que éste tenga éxito; el niño vive sólo para el momento, el fracaso le desconcierta.
Sabed mandar: No mandéis nada que este sobre las posibilidades del niño, pero en lo que ordenen exigid obediencia ciega, sin protestas ni reticencias. Sean parcos en el mandar y háganlo con voz simpática y alegre que induzca a la acción; si tropiezas con una negativa obstinada, pese a la explicación, no cejéis hasta triunfar de la rebeldía: que ni la risa, ni las lágrimas los haga retroceder.
Para hacer fácil la obediencia, inspirad confianza no engañándolo
Hazte obedecer: Saber inspirar respeto. No se haga obedecer ni con torrentes de palabras, ni con súplicas o brutalidades. Obliga al niño a la obediencia, explicándole el motivo de vuestro mandato y haciendo un llamamiento a sus buenos sentimientos. Por lo demás debéis ajustaros a su carácter. No olviden nunca que a los ojos del niño el acuerdo entre el padre y la madre debe ser absoluto.
Usad con moderación de los premios y de los castigos; Los premios deben estimular los buenos sentimientos y, sobre todo, el ser agradable a los demás.
Deben ser raros, sencillos y darse sin ostentación.
No estéis nunca nervioso ante los niños: Si se ven compelidos al castigo, no lo hagan nunca ante extraños; guardáis de la injurias, de las humillaciones hirientes, de las amenazas terribles o grotescas, no afectéis desprecio, ni empleéis los golpes ni el hambre.
El más insignificante castigo, cuando es raro, produce un gran efecto; la expresión del desagrado, la crítica, la frialdad, bastan para gobernar a los niños no estropeados por una mala educación.
Deben ser indulgentes con las faltas debidas al aturdimiento. Lo que mayor efecto produce en materia de castigo no es el castigo en sí, sino la idea que se hace el niño de ese castigo.
Cambia la palabra castigo por costo de privilegio. Él o ella sabrá mejor los riesgos: No habrá TV, Internet, juegos, postres, paseos, etc.…
Obrad, por último, conforme al carácter especial de vuestro hijo o hija. Anticipa el efecto de vuestras palabras y acciones y medidlas con arreglo a esas previsiones.
Cultivad la voluntad de trabajo: Hagan amar el trabajo haciéndolo agradable y logrando que experimenten el placer que proporciona una labor bien hecha. En un temperamento perezoso busca su punto sensible. Póngase alerta, pues muchas veces la pereza proviene de enfermedad o del error en que se incurre obligando a vuestro hijo a una labor para la que carece de condiciones. Es ud , y no él o ella, el o la culpable si no acompasas tus exigencias con sus posibilidades. Anímale, ayúdale; dígale alegremente que hay que hacer un esfuerzo y póngale de relieve el éxito logrado; procúrele éxitos y haz como que estás persuadido de sus esfuerzos, para que confié. En una palabra: autosugestiónale.

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